Relieve en piedra en que muestra a Asurbanipal, rey de Asiria, luchando y cazando Objetivo del viaje |
Nuestros viajeros en este recorrido podrán vislumbrar la forma cómo guerreaban y combatían algunos pueblos del antiguo cercano oriente. Para ejemplificar este aspecto de la vida social y militar en el mundo antiguo, recorreremos algunos museos en Irak, Egipto y Grecia para que podamos atestiguar a través de las armas de guerra y otros objetos de cultura material (pinturas, grabados, cerámica y demás), la manera en que se desarrollaba el arte de la guerra en en aquel tiempo.
Aunque los diversos imperios en el mundo antiguo tienen muchas similitudes, se les puede considerar animados de espíritu distinto y conformados en estilo diferente (García Pelayo, 1993, p. 77). Es así que, como todos los imperios tuvieron que hacer uso de los medios violentos y forjarse a través de la guerra, unos lo hicieron con la finalidad de defender sus ideales políticos y éticos (como es el caso del imperio babilónico); otros por el contrario, utilizaron la guerra como un fin mismo, es decir, que la razón social del imperio se constituía a través del uso más implacable del terror, que se utilizaba como el principal instrumento de gobierno y elevaban la crueldad a un valor del que se sentían orgullosos (claro ejemplo de ésto fue el imperio Asirio, que se constituyó con base a dichas premisas). A continuación mostraremos a nuestros viajeros el arte de la guerra en el mundo antiguo.
Historia
Desde una
concepción muy generalista, se podría afirmar que la historia de los pueblos
del mundo ha sufrido grandes transformaciones, en parte, a los
enfrentamientos militares y las guerras que se han librado entre los diferentes
grupos humanos que lo han poblado. A través de esta concepción, en cierto modo
la historia del mundo sería la historia de los enfrentamientos que se han
llevado a cabo en él (Sáez Abad, 2004, p. 17).
Siguiendo esta línea conceptual, resultaría fútil insistir sobre la preponderancia
de las guerras en el mundo antiguo y, en particular, en el ámbito sirio-mesopotámico.
Es más, la historia de dicha región fue el resultado de una larga sucesión de enfrentamientos
bélicos y de conquistas, de frecuentes batallas libradas entre la llanura y la
montaña, e incluso de encarnizadas luchas por modificar el medio geográfico
circundante (Montero Fenollós, 2003, p. 1).
Tablilla que muestra a un soldado con un prisionero. Periodo de las dinastías amorritas, 2000-1595. Museo del Louvre |
No debe sorprendernos, por lo tanto,
que la historia de la región se organizara en
torno a la rivalidad incesante de una docena de ciudades: Ur, Uruk,
Lagash, Umma, Babilonia, Asur, Nínive, etc. Las fuentes nos
han permitido conocer los enfrentamientos ocurridos en el mundo antiguo, mediante los registros de aquellos soberanos que hicieron fabricar en grabados, pinturas,
esculturas y tablillas el recuerdo de sus victorias más gloriosas. Un magnífico
ejemplo lo encontramos en una fuente de la época, en la que se señala la crueldad característica del imperio asirio:
tomada la ciudad, el incendio sigue al pillaje; lo más corriente es que la ciudad sea arrasada; la población reducida a esclavitud; hombres, mujeres y niños en columnas cerradas son deportados lejos para fundar nuevas ciudades o para reemplazar a otras poblaciones castigadas de la misma manera. Las reinas y las princesas son destinadas al harén real; los jefes, los notables, son reservados al suplicio; los reyes y los príncipes, permanecen prisioneros de por vida, se les mutila, se les vacían los ojos, se les corta la lengua (García Pelayo, 1993, pp. 102-103).
El modo de guerra en Mesopotamia
La invención e innovación en el arte de la guerra que se vivió en las épocas del imperio babilónico y asirio no había tenido antecedentes. El crecimiento y la permanencia de la estructura social en dichas sociedades, como también la creciente acumulación de excedentes, posibilitó que las confrontaciones militares se pudieran encarar a un largo plazo y con mayor número de contingentes (Schwartz, 2008, p. 15). La guerra se
hizo cada vez más común durante este período con el crecimiento de las
ciudades-estado, en las que se estaban desarrollando dioses y territorios
propios. Al igual que en la Grecia clásica, estas unidades políticas eran a
menudo extremadamente competitivas unas con las otras.
De este periodo podemos rastrear los primeros soldados profesionales, formaciones en cuadro, cascos, armaduras, hachas penetrantes, hoces, espadas, arcos compuestos y la aplicación militar de la rueda para su uso en los primeros carros del mundo. Además de crear varios aspectos en el arte de la guerra, también mejoraron en la tecnología existente, como es el caso del hacha de bronce. Parece que la carrera armamentística en el mundo mesopotámico indujo a la invención de objetos que pudieran asegurar una mayor defensa y protección, lo que hizo necesaria la invención de mejores armas, que a su vez exigían mejoras en las defensas, lo cual produjo un ciclo de innovación (Schwartz, 2008, p. 16).
Representación en la que se puede apreciar un arquero acadio con un arco compuesto y a un soldado de infantería babilónico con un hacha y un escudo |
Organización del ejército
Muchos pueblos contemporáneos a los Asirios y también pueblos posteriores, absorbieron las influencias e innovaciones de esta sociedad bélica, por lo cual es preponderante ahondar en su desarrollo táctico y armamentístico. Como se ha señalado anteriormente, la sociedad asiria giraba en torno al arte de la guerra, por lo cual, prestaban la mayor atención al ejército y a sus operaciones, pues de él dependía en gran manera su éxito y expansión territorial, de ahí que los monarcas asirios destacaran, ante todo, por su habilidad y capacidad para dirigir el ejército (Sáez Abad, 2004, p. 73). La forma de reclutar contingentes en el ejército asirio consistía en levas, llevadas a cabo en todos los estamentos de la sociedad. Al mismo tiempo, podían exigir a los pueblos sometidos y vasallos el envío de tropas si la necesidad así lo requería. Cabe anotar que los asirios fueron los primeros en en organizar su ejército en función de las armas, es decir, con un criterio puramente táctico (García Pelayo, 1993, p. 102).
Los soldados asirios de los estamentos más altos podían combatir de dos modos diferentes: montados a caballo o sobre un carro con un auriga que lo conducía y un servidor que lo protegía con un escudo. Por otro lado, las clases inferiores de la sociedad asiria, los soldados de los estados vasallos y los mercenarios tan sólo funcionaban como tropas de infantería. Adicionalmente podían funcionar como especialistas dentro de los que se encontraban los arqueros, honderos y el cuerpo de ingenieros. La principal función de este contingente era la construcción de infraestructura (puentes y caminos) para el desplazamiento del ejército. También estaban encargados del equipaje y de las operaciones de asedio que incluían las labores de minado y la fabricación de las máquinas (Sáez Abad, 2004, p. 74).
A pesar de que los asirios instituyeron una burocracia eficaz y altamente racionalizada, como también desarrollaron una importante actividad jurídica, el imperio se basaba en su capacidad bélica (García Pelayo, 1993, p. 101). Testimonio de la importancia que tenía la faceta militar dentro del imperio asirio se puede mostrar a través de la siguiente tabla de sueldos de los altos funcionarios de la época de los sargónidas:
Armas
Las armas que comunmente se usaron durante el periodo de influencia del imperio asirio son las siguientes:
- Carros: cuya misión consistía en el ataque, la ruptura y la persecución del adversario
- Caballería como arma: en sus comienzos era una infantería montada la cual se bajaba del caballo para conbatir, pero más tarde el caballo se convierte en elemento combatiente, con coraza para la defensa y el ataque.
- Hachas: utilizadas por los zarpadores para abrir caminos en las montañas.
- Picas y arcos compuestos: utilizados por la infantería pesada y ligera respectivamente, cuya misión consistía en la ocupación de un territorio.
- Arietes, escaleras y torres de asedio: maquinarias utilizadas para derribar puertas fortificadas y superar muros con el objetivo de sitiar y destruir un territorio.
Modelo de un carro de guerra encontrado en Homs, Siria. Museo de Louvre |
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